Hoy me pasó algo de
pesadilla, solo que no desperté. Me presenté a rendir un examen que era ayer.
Me presenté a rendir
un examen que era ayer para el que me vengo preparando hace meses y que creo
tenía chances de poder aprobar por lo que había testeado. Iba a rendir PMP, una
certificación de gestión de Proyectos. Un examen que acredita formación y experiencia
en gestión de proyectos mediante un test de 4 horas de duración de múltiple
choice.
Lo puedo volver a
rendir, sí. Pagando nuevamente y actualizando algunos contenidos porque el
examen justamente cambia a partir de la semana que viene. Es decir, creo que en un par de meses podría
volver a programarlo
Siento una angustia
profunda por lo que aprendí que se llama Utilidad Marginal, es decir, lo que se
deja de ganar. Porque había apostado a rendir bien, a dejar de estudiar cada
tardecita y cada mañana de sábado y domingo. Porque me había imaginado que me
iba bien y podía volver a enfocarme en muchas otras cosas que tengo pendientes,
desde la VTV del auto, hasta retomar Pilates, pasando por retomar la decoración
de mi casa que nunca fue hasta tomar varios cafés y cervezas que tengo
pendientes. Incluso planificar las vacaciones que por el examen no tomamos
durante el verano.
Pero no fue. Pudo
haber sido y no fue. Y lo quiero escribir a ver si escribiendo puedo calmar un
poco de ese fuego que tengo en el estómago y de
ratos me sube a la garganta. Porque sé que se me va a pasar. Sé que en
muchos años será una anécdota que contar. Hoy es pura bronca.
El día que yo me
inscribí (después de un proceso de admisión bastante complejo) estaba apurada
por hacerlo porque se terminaba el tiempo para rendir con la edición actual del
examen. Eso fue un 19 de diciembre y marqué mi examen para la última fecha posible.
Ese día yo organizaba un evento de laburo, estaba en Rafaela, y recuerdo que
mientras resolvía cosas de la inauguración complicada por un paro general del
día anterior, también compraba online el regalo de mi hija para navidad y no sé
cuantas cosas mal. En medio de eso fijé una fecha en mi cerebro que nunca volví
a chequear.
Así que ahí van
algunas lecciones aprendidas, que tanto se remarcan en el estándar de gestión
de proyectos que intento certificar:
- Usualmente hago demasiadas cosas al mismo tiempo, me disperso, no pongo atención. Algo termina saliendo mal
- Pocas veces reviso lo que hago. Es decir, soy quizas demasiado segura. No pienso que yo también puedo equivocarme y que nadie va a encontrar la forma de advertirme.
- En el universo hay gente maravillosa. Y muchas de esas personas son amigos o familiares míos, que hoy encontraron montañas de palabras lindas para acercarme e intentar ayudarme.
- Soy muy oversharing con todo, pero no sé si quiero cambiarlo……