Ayer a la tarde estaba revisando los yuyos del jardín,
mirando si habían vuelto los hormigueros. De repente miro en una bolsa de
residuos donde había estado juntando pasto hace un tiempo y ahí estaba Manolo.
La tortuga que creíamos paseando por los terrenos vecinos estaba en casa. Ni se
había ido a buscar novia, ni se la había llevado un albañil de regalo.
Simplemente estaba ahí. Habíamos buscado los dos por separado tanto atrás como
debajo de la bolsa. Pero él se había metido adentro de la bolsa volcada sobre
el patio
No les puedo explicar la alegría cuando lo vi ahí. Empecé a
los gritos
Ahora ya sé quién va a compartir los damascos conmigo este
verano. Estoy esperando que lleguen a la verdulería para festejar la vuelta de
mi quelonio favorito!!!!
divina ella mirando a su tortugo! :)
ResponderEliminarSiempre se esconden,me acuerdo que mi prima tenia una,la saco de la caja dos minutos y la tortuga desapareció la busco por todos lados y nada,después de una semana la encontró en el patio adentro de una bolsa ja.
ResponderEliminarbesos
ayez
ayyy! me puse contenta al saber que esta ahi!!! iupi!!!!
ResponderEliminarCreo que se escondió para llamar la atención porque desde el jueves que no le sacamos los ojos de encima, le damos de comer a cada rato, lo vamos a mirar... jaja. Estamos re contentos de que haya aparecido!
ResponderEliminarAy or Dios, MAnolo el tortugo! Escribí un cuento porfavortelopido!
ResponderEliminarManolo y su escondida me recordó a Pololo, el tortugo que estaba en casa cuando era chica. Un buen día desapareció. Era época de construcción de la planta alta y asumieron que debía haberse ido cuando los albañiles dejaban la puerta del pasillo abierta. Varios meses después, habiendo transcurrido el invierno, movieron las bolsas de cemento acopiadas en el patio y reapareció Pololo. Lo más emotivo fue el largo "abrazo lomo con lomo" (según lo decía mi papá) que tuvieron con el sapo que también habitaba el jardín.
ResponderEliminarN