Una de mis actividades sociales favoritas es invitar a amigos a comer. Desde que vivo sola (y desde esto hace ya casi dos décadas) siempre mi casa fue punto de encuentro cuando de juntarse a comer se trata. Adoro la comida casera y entiendo que el trabajo que generalmente implica sólo se amortiza si a la mesa se sientan unos cuantos comensales queridos. Tengo un grupo de amigas bien gauchitas que siempre regalan alabanzas, sirvas lo que sirvas. Rápidamente convierten un plato en un clásico y yo no puedo resistirme al pedido encubierto que hay detrás de ese “qué ricos son tus tallarines”. También los festejos en pareja para mí son sinónimos de una rica cena. La víspera de su cumpleaños es siempre con lomo al champiñón, su comida favorita, a lo que se suma algún postre de cosecha propia.
Para mí no existe que venga gente a comer a mi casa y pidamos unas pizzas. Me parece que ofendo a la visita, casi tanto como si queda la tele prendida.
Ahoooooooooooora odio “hacer la comida”. Ese mecanismo repetitivo, obligado. La responsabilidad que no logro sacarme de encima de prever la compra de los insumos, atender a gustos y preferencias, sincronizar la mesa servida con la hora en la que llega el hambre.
Los días de semana, entre las 19 y las 20 comienza ese ambiente de ¿qué comemos hoy? que me incomoda. Para mí resolver la comida de todas las noches implica un nivel de creatividad y coordinación que me agota. Incluye –adicionalmente - calcular que sobre para los tupers del almuerzo del día que sigue, lo cual aumenta el desafío. Parte del tema me lo solucionó el freezer. Cuando tengo tiempo trato de stockearme de ciertos platos que nunca fallan a la hora de la falta de inspiración o materia prima. Milanesas, pastel de papa, hamburguesas, carne al horno, tartas, empanadas y prepizas generalmente están en la lista de cosas que siempre hay disponibles al toque de microondas o para el calor de la ESSEN.
También me ayuda que convivo con un fanático de la parrilla, para el que siempre resulta tentador prender el fuego, sea el día que sea. Y ese es un buen plan B.
A veces desearía bajar de INTERNET un menú mensual que dictamine qué vamos a cenar de lunes a jueves.
Totalmente de acuerdo! me encanta cocinar pero me pone de mal humor pensar el menú de todos los días y tener que hacer la comida. Y ni te cuento el tema del launch box para el colegio de hijo! eso me dá mucha más fiaca!
ResponderEliminarBeso y buena semana!
Tener un menú que les guste a todos es casi imposible y para mí una verdadera tortura!!
ResponderEliminarAntes me mataba cuando recibía gente a comer en casa, porque soy de las que planeo desde la picada -comprando el pan saborizado acá, el salame más rico allá y el jamón en la casa de más acá- hasta el postre.
Pero ahora, con el paso del tiempo, reconozco que aunque me digan "qué ricos son tus tallarines" yo hago como que escucho llover y prefiero que me inviten a mí alguna vez :)
Saludo.
Sí, sí, en eso tenés razón. Yo a veces también pongo a la barra en penitencia. Si no siempre queda en promesa aquello de "la próxima cocino yo". Y confiezo que para las últimas comilonas tercericé el postre y la bebida en los invitados....
EliminarCoincido 100 por ciento en cada palabra expresada aquí arriba. El otro día pensaba; pero qué garrón cuando ni siquiera podamos resolver con delivery, porque ya estén los hijos y TODOS los días haya que pensar un menú distinto, balanceado, que les guste a todos y sea nutritivo! Meu deus. Todo un tareón. Sí es cierto que tampoco a mi Pablo le resulta un drama encender un fueguito nunca jamás. Se ve que con el tuyo son almas gemelas.
ResponderEliminarAgrego mi voto de protesta, la obligación de cocinar todos los días es para mí un peso difícil de sobrellevar, porque encima nomegustacocinar.
ResponderEliminarEn casa cuando vienen amigos o familia, seguro hay asado a cargo de Marido (héroe mío de mi alma!!) y como amigos y familia saben de mi poca virtud, traen postre ;))
Hola!! Llegué a tu blog desde el de "Solo para mi" (del post catarsis que está genial), y apoyo lo que decis. Pensar que preparar de comer es un embole! Y también el freezer me soluciona la existencia!!
ResponderEliminarBeso, sigo chusmeando tu blog
hola! Recién lelgo acá! después leo más...pero leí esto y tengo que decir que me pasa exactamente lo mismo! odio hacer la comida del día a día...adoro cocinar cuando tengo tiempo, pero el día a día me trastorna :P
ResponderEliminarHola vi luz y entre, bah me colgué leyendo y viendo entradas en tu blog (me re encanto por cierto) pero quiero que sepas que me sentí muy avergonzada... cuando vienen amig@s o familia a casa, 'casi' siempre pedimos pizza ó empanadas, para peor la tele esta 'casi' siempre prendida. Si ya se, de terror. A veces pedimos comidas y hacemos tragos ó después de comer hacemos pochoclos para extender la sobremesa y picar mientras charlamos. La verdad no se más como justificarme.
ResponderEliminarPicada funciona como comida?
Mmm...
Pero de lunes a jueves cocino todos los días, en el reparto, yo cocino vos lavas salí perdiendo a pesar que de odio lavar, cocinar es MUCHO mas difícil. Pero no me complico. Algún día milanesas con ensalada de palta, tomatitos cherrys, rucula y huevo duro. Otro día tarta de atún -mi favorita- otro Pollo a la bolsa con puré de calabaza y papa. El otro día hicimos brochetes de carne y pollo (las compramos hechas, pero nosotros las pusimos en la plancha, ja!) y las acompañamos con papas. Sino existen una bolsitas de pasta que ya vienen con la salsa, las de Salsa Mediterranea para mi RE funcionan yo les agrego una hojitas frescas de albahaca y ya. Y los sábados al mediodía almorzamos siempre y para siempre Cheese Burguer ó Egg Burguer, mmm.
Perdón me extendí muchisimo, pero bueno quizás alguna idea para los platos de todos los días podes sacar.
beso!
Ah bueno, peor tu cocina del día a día es más bien Gourmet! Cómo es el pollo a la bolsa?
EliminarGracias por pasar y bienvenida!