jueves, 28 de junio de 2012

Confesiones de Invierno #2 | Prejuicio



Tiendo a pensar que los verduleros que hacen la cuenta a mano cobran más barato que los que lo hacen con la caja registradora.

jueves, 21 de junio de 2012

Confesiones de Invierno #1| Adicción



Soy adicta a las castañas de cajú. Cuando como una no puedo parar.
Hace algunos años trabajaba en un estudio de Comunicación y Diseño que inicialmente funcionaba en la casa de su director. Un día, estando yo sola, abro la heladera y había una pequeña latita abierta con castañas saladas. Yo dije “masí, si saco una no se va a notar”. Y volví a mi escritorio. Pero las castañas me llamaban, con lo cual repetí la acción unas cuantas veces. A punto tal que cuando me di cuenta me había bajado una cantidad notable de la lata.

Nunca se lo confesé a mi jefe. Tampoco repuse el contenido de la lata.

 "Hablo de mí porque es el hombre que tengo más a mano." Miguel de Unamuno (1864 - 1936)

jueves, 14 de junio de 2012

Tachame la doble

La vida se va consumiendo poco a poco con el paso del tiempo. Y con esto no estoy revelando nada. Quizás tan solo estoy tratando de charlar conmigo mismo, de hacerme recapacitar. Cuando pasé los treinta empecé a sentir que la vida se ralentizaba. Siento que con el tiempo voy perdiendo cierta intensidad. Que no aprovecho los días que transcurren o bien, que dentro de un tiempo me voy a arrepentir de ciertas cosas que debería estar a haciendo ahora mismo, en este tramo de mi vida, y no me doy cuenta.

A los 28 comenzamos un proyecto en pareja y ya las decisiones sobre lo que hacer o lo que no comenzaron a tener un socio. Para mí fue un enorme desafío y muchas veces me llenaba de frustraciones pensando en el momento que estaba haciendo aquello, preferiría haber estado haciendo aquello otro. Con el tiempo, este sentimiento tendió a desaparecer casi por completo. No sé si porque empecé a resignar cosas de las que estaban en “aquello otro” o bien porque “aquello otro” dejó de interesarme, quedó en otra época. Comencé a despedirme de las vidas que no iba a vivir.

A los 32 me convertí en mamá y la “agenda setting” pasó a manos de la pequeña tirana. Ella define las prioridades de los libres y cambió todos los parámetros con los cuales definimos los tiempos ocupados. A su vez resignificó todas las evaluaciones que he hecho sobre mí misma, sobre mi vida, mis logros y mis desaciertos.

Hace poco me di cuenta de que he vivido mayormente como si todo esto fuera un ensayo, como si para todas las elecciones hubiera una segunda oportunidad en caso de error. Como si existiera el CTRL Z que te permita volver a atrás y agarrar el otro camino. Y luego, zaz, ahí te das cuenta de que las decisiones importantes son irreversibles, o en el mejor de los casos, muy duras de reversar. Sólo tuve en claro el carácter definitivo de la decisión, antes de ser mamá, lo cual me permitió prepararme para tal desafío y tomar más de un recaudo.

Y aunque parezca lo contrario, todo esto no tiene que ver con arrepentirme de lo que he hecho. Puede ser capaz arrepentirme de lo que no he hecho, o de lo que debí hacer más o mejor. O quizás de no haber sido lo suficientemente consciente de cómo he condicionado en el pasado mi actual presente o mi futuro. Hay un momento en el que está todo por decidirse, y en otro momento todo ya esta dado, lo que no fue no va a poder ser.

http://www.flickr.com/photos/spanishalex/6057149541/

Bueno, eso, tipoquenada, el día pegó de mates y melancolía. De ganas de hacer algo trascendente. De miedo al Game Over. De necesidad de encontrar la punta del ovillo. O de que me está por venir.

PD: motivaron en parte la emergencia de estas reflexiones pensar en la Procastinación y en las batallas que uno pelea. No sé si agradecerles a Ann y a Marina o hacerles pagar las sesiones de terapia… Cuando les digo que me dejan pensando...me dejan pensando.

viernes, 8 de junio de 2012

Conflictuada con los cumpleaños infantiles

En menos de un mes será el cumpleaños de la pequeña. El tercer cumple.

Suelo enroscarme con ciertas cosas y una de ellas es el festejo de cumples infantiles. Será que las experiencias de la infancia te marcan o no sé bien por qué, pero me cuesta encariñarme con los cumpleaños de hoy en día. Sigo pensando que los festejos deben ser chiquitos, sencillos, y, si es posible, en casa. Que vengan los amigos y familiares cercanos, los que no hace falta invitar, que están ahí porque quieren festejarte en ese día, hacer que lo pases bien, que te sientas especial, querido.

Cocinar algo rico para los seres queridos que vienen es parte del agradecimiento por su presencial. En el ritual inevitable para mí solo entran la torta con velitas, queloscumplasfeliz, a pedir los deseos, sacamos la foto y hasta el año que viene. Ahora cuando hay un menor en cuestión, que no tiene edad suficiente para poder definir qué quiere para su cumple, se me complica el panorama. Bah ella al menos no pide nada todavía.

Recién siendo mamá entendí que para un nene chiquito, un cumple es el evento social más importante. Tanto el propio como el de los demás. De hecho, es EL evento social. Su propio día de cumpleaños es la marca en su agenda, el momento donde inicia la cuenta regresiva hasta el próximo cumple.

Hasta ahora los cumples de la peque fueron en casa, por la tarde. Vinieron algunos familiares de Perga (los abuelos, los tíos, algunos primos) y mis amigas, que son las tías postizas y no tienen hijos. Yo hice unas cuantas cosas dulces y una torta de cumple. El año pasado como muy jugado colgué una guirnalda de cartón y algunos globos y preparé unas bolsitas con golosinas para los visitantes más pequeños. Y además hice una torta de Kitty, que a ella le encantó y yo disfruté mucho hacer. Más allá de lo de casa, repetí torta y bolsitas para el jardín. Hasta ahí llegó mi espíritu de cotillón, que es más bien escaso. 

Y veo el calendario y se me abre el interrogante: ¿muero con la mía del cumple retro o me adapto a lo que hacen todos? La segunda opción me aterra. Obvio que su papá ni se anota para lidiar con niños ajenos, gritos y pelotero. De hecho cada vez que nos invitan a algo así, solemos ir solo por compromiso y por verla a ella disfrutar, pero no nos sentimos cómodos ni atraídos por el plan. Cuando es amigo del jardín, me toca a mí ir. Hasta ahora fueron pocas experiencias, que se pasaron bastante bien porque hay mamás que son muy agradables para charlar un rato. Pero sigo sin entender que hay detrás de ese festejo tan organizado, tan “ahora al pelotero, ahora los títeres, ahora la velita y luego la bengala”. Y tampoco puedo definir qué es lo que me molesta exactamente de esos cumpleaños.

Quiero que en su cumple se sienta querida, que sea un día diferente para ella, que sea -aún más- “el centro del universo”. Quiero que se sorprenda, que no sea un día más. Pero no sé cuál es la forma que más le gustaría a ella. Me pregunto cuánto de lo que haga en estos años cuestionará sus gustos a futuro. Ella es tímida al extremo, eso también cuenta a la hora de pensar en someterla a momentos multitudinarios.

En eso ando pensando, en eso y en el fin de semana que ya se siente.

lunes, 4 de junio de 2012

Cocinar vs. "hacer la comida"

Una de mis actividades sociales favoritas es invitar a amigos a comer. Desde que vivo sola (y desde esto hace ya casi dos décadas) siempre mi casa fue punto de encuentro cuando de juntarse a comer se trata. Adoro la comida casera y entiendo que el trabajo que generalmente implica sólo se amortiza si a la mesa se sientan unos cuantos comensales queridos. Tengo un grupo de amigas bien gauchitas que siempre regalan alabanzas, sirvas lo que sirvas. Rápidamente convierten un plato en un clásico y yo no puedo resistirme al pedido encubierto que hay detrás de ese “qué ricos son tus tallarines”. También los festejos en pareja para mí son sinónimos de una rica cena. La víspera de su cumpleaños es siempre con lomo al champiñón, su comida favorita, a lo que se suma algún postre de cosecha propia.
Para mí no existe que venga gente a comer a mi casa y pidamos unas pizzas. Me parece que ofendo a la visita, casi tanto como si queda la tele prendida.


 
Ahoooooooooooora odio “hacer la comida”. Ese mecanismo repetitivo, obligado. La responsabilidad que no logro sacarme de encima de prever la compra de los insumos, atender a gustos y preferencias, sincronizar la mesa servida con la hora en la que llega el hambre.
Los días de semana, entre las 19 y las 20 comienza ese ambiente de ¿qué comemos hoy? que me incomoda. Para mí resolver la comida de todas las noches implica un nivel de creatividad y coordinación que me agota. Incluye –adicionalmente - calcular que sobre para los tupers del almuerzo del día que sigue, lo cual aumenta el desafío.  Parte del tema me lo solucionó el freezer. Cuando tengo tiempo trato de stockearme de ciertos platos que nunca fallan a la hora de la falta de inspiración o materia prima. Milanesas, pastel de papa, hamburguesas, carne al horno, tartas, empanadas y prepizas generalmente están en la lista de cosas que siempre hay disponibles al toque de microondas o para el calor de la ESSEN.
También me ayuda que convivo con un fanático de la parrilla, para el que siempre resulta tentador prender el fuego, sea el día que sea. Y ese es un buen plan B.


 
A veces desearía bajar de INTERNET un menú mensual que dictamine qué vamos a cenar de lunes a jueves.

viernes, 1 de junio de 2012

Siempre, nunca y una frase

No suelo coparme mucho con estas cosas, pero esta vez me dieron ganas....
Van los siempre y los nunca, inspirados en varios post que los hicieron y me encantaron, como el de ayer de Ann que me hizo reir mucho.

SIEMPRE
-          Saludo al entrar a un comercio y digo gracias al retirarme.
-          Bailo cuando escucho una canción de Gilda. 
-          Leo en el baño. Tengo allí un revistero, libros y conexión Wi-Fi. Por suerte mi esposo, comparte este vicio. (Peor es mi jefe, que se va al baño con La Capital bajo el brazo delante de todos)
-          Me aprendo de memoria los shingles de las radios y los canto en todas las oportunidades que los pasan.
-          Estoy atenta a los precios, las promociones, los descuentos, los dos por uno. Soy insoportable.

NUNCA
-          Estaciono en doble fila y odio la gente que lo hace.
-          Vi la Guerra de las Galaxias, ni ninguna de la saga de El Padrino. Tampoco leí ni vi nada de lo que a Harry Potter se refiere.
-          Pude aprenderme las eras geológicas. Me hice un machete en la fórmica del banco de la escuela para pasar la prueba de geografía en la que las tomaron.
-          Me aburro de navegar por Internet. Siempre queda más y más.
-          Puedo levantarme de una. Tengo que hacer como mínimo 10 minutos de fiaca para estar más o menos lúcida.

Por otro lado, Eli de Zapallos me pasó esto.


La idea es pensar una frase que te defina. Estuve mucho tiempo pensando una frase que me defina. Tipo soy lo que soy no me cerraba. Tengo una amiga que siempre dice "quien sabe esperar no necesita dar concesiones". No podría definirme como alguien que sabe esperar. Pero en más de una oportunidad esta frase me sirvió de guía, así que es la elegida.

Como decía antiguamente un conductor de radio, estamos bañados, desayunados e informados, gracias a dios, es viernes. Hoy arrancamos con cumple infantil y luego me voy de caravana con mis antiguos compañeros de oficina que me hacen la despedida tardía.

Luego esperemos tener un lindo finde para salir a caminar y patear hojitas secas. Besos y buen finde!

Lecturas

Florencia Ferramondo's books

Mil soles espléndidos
it was amazing
adoré este libro. Me la pasé hablando de él. Tal es así que se lo hice leer a varias personas. Es el primer libro que leo del autor y también de una historia situada en Afganistán. Triste, conmovedor, durísimo pero hermoso. Trenzando his...

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