lunes, 1 de febrero de 2016

Enero




Enero fue un mes bastante intenso, no se irá sin sus marcas. 
Adoro enero porque significa verano sin dudas. (Febrero siempre me resultó un engaña pichanga. Se hace el re de verano y después termina defraudando. Ya veremos). Aunque en verano trabaje exactamente las mismas horas que en invierno, disfruto mucho más el aire libre, el llegar a casa y andar en bikini hasta irme a dormir, disfruto no lavar el uniforme del colegio, andar en patas, comer liviano o sandwichitos, dormir con las ventanas abiertas y sentirme bendecida por la brisa del campo.
Además este mes me trajo cambios en el laburo, que recibí con sorpresa y obviamente cagazo. Durante mucho tiempo estuve buscando la oportunidad que me permita desarrollarme profesionalmente y esa grieta no aparecía a la vista. El año pasado trabajé mucho en cambiar de actitud, en dejar de victimizarme, en ponerle garra para superar los obstáculos. Y a fin de año todo se destrabó repentinamente. Cambio de gerentes, cambio de estrategia. Y el cambio llegó hasta mi escritorio y me ofrecieron cambiar de funciones. Fue casi como un milagro. El cambio quizás no sea así como tan cambiante pero sí es un montón para mí. Me espera un año de mucho trabajo y estoy muy contenta con todo lo que puse de mí para que esto llegara. Me preocupa un poco cómo se va a conciliar todo esto con la vida maternal porque probablemente tenga que cambiar de horario. Ya les contaré
Fue un mes en el que también disfruté mucho de mi casa. Los niños de la cuadra comenzaron a relacionarse entre ellos y más de una tarde tengo a dos hermosos rulientos que vienen a casa a buscarla a Amparo y ahí andan, de casa en casa, de pileta en pileta hasta que empezamos a buscarlos para que vengan a cenar. El deleite que me produce esto es inenarrable. Me parece mágico que en esta época en que las mamás organizamos todos los encuentros vía WhatsApp exista esta posibilidad de que los chicos vayan y vengan y arreglen sus encuentros asomándose a cada casa, tal como hacía yo en mi barrio cuando tenía su edad. Larga vida a los amigos del barrio.
Torneos de Ludo o la vida en malla y ojotas.

Este mes descansé un poco de las manualidades porque esto de piletear tanto obviamente me deja sin tiempo para otras cosas. Pero de momento no lo digo lamentándome sino casi orgullosa de poder permitirme no hacer nada. Me dediqué solamente a reciclar latas, tarea que se puede hacer al aire libre y con ayuda infantil. Algunas se convirtieron en macetas y otras  se destinaron a guardar galletitas, para casa y para regalar a una amiga recién mudada. 
La azul quedó en casa, a la otra la llenamos de galletitas caseras y la regalamos. Aguanten los lunares con la parte de atrás del picel, apto kids

Reciclado = macetas

Tanto usar leche condensada.... terminé haciendo un acopio de latas


También terminé mi primer bordado mexicano y tenía idea de empezar a bordar unos almohadones, a pesar de tener todo comprado, no pude arrancar todavía.

Los colores no me gustan pero son los que me dieron en el curso... y lo quería terminar para practicar..

Cociné poco, muy poco porque hace calor y marido está a dieta. Pero probé dos recetas que son dos golazos de media cancha: el budín de leche condensada de Juli y las pastas de Maru. Les recomiendo las dos fervientemente!  
Y también me dediqué un poco a la huerta que marcha sola. El cajón es un acierto porque me simplifica bastante el mantenimiento. En enero no sembré nada nuevo pero sí hubo cosecha de tomates, zapallitos, pepinos y zanahorias en abundancia. Aparecieron las primeras calabazas y asoman tímida y tardíamente los pimientos. Ahora ya estoy pensando en la huerta de otoño, cómo reemplazar lo que ya cumplió su ciclo.




Con Amparo hicimos una visita al Museo Castagnino, en Rosario. ¿Llevan a sus hijos a los museos? En la escuela tienen un proyecto para los niños del jardín en el que le organizaron varias visitas por año a distintos museos de la ciudad. Como dijo la seño, los museos son los lugares a los que los padres por lo general no llevamos a los chicos. Amparo se perdió una de las visitas y había quedado pendiente ir juntas. La verdad que no suelo frecuentar mucho los museos y nunca se me hubiera ocurrido llevarla a la peque a ver una muestra. En este caso vimos Paris en el Horizonte, la muestra que recoge todo el legado cultural de la familia Astengo a Rosario. Nos encantó! También aprovechamos y vimos la muestra del LXIX Salón Nacional de Rosario. 
Alejandra Tavolini. Lo que queda del invierno

Y así pasó este mes de enero, que nos dio envión para muchos proyectos que esperamos poder poner en marcha a lo largo del año.
Y ustedes, qué onda con enero?
Besos y gracias por leerme


Lecturas

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adoré este libro. Me la pasé hablando de él. Tal es así que se lo hice leer a varias personas. Es el primer libro que leo del autor y también de una historia situada en Afganistán. Triste, conmovedor, durísimo pero hermoso. Trenzando his...

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