lunes, 1 de febrero de 2021

Mis batallas de maternidad de hoy

 


 

Si hay una frase que odio de la maternidad es esa que dice "Hijos chicos, problemas chicos. Hijos grandes, problemas grandes". Los problemas de la mapaternidad son tan grandes o tan chicos como nos impacten en cualquier momento. O cómo de armados o desarmados para enfrentarlos nos encuentren.

Este tiempo pandémico nos confrontó y nos puso patas para arriba el modelo de maternidad que habíamos creado, cualquier fuera. De repente los chicos perdieron la independencia que habían ganado. Porque creo que es eso, a medida que van creciendo vas soltando de a poco: ayer los dejaste en el maternal, hoy pueden salir solos a la vereda, y mañana quedarse a dormir en lo de un amigo. De repente, de reversa mami, todo vuelve casi al puerperio y de repente nos encontramos de nuevo conviviendo todo el tiempo con nuestros hijos, y ellos con nosotros (en muchos casos justo en el mismo momento donde ellos es lo que menos querían).

Todavía extraño esos momentos en los que podía llevarla a Amparo conmigo a todas partes, porque hoy por hoy ni a la verdulería podemos entrar juntas porque claro, es solo uno por familia. También extraña ella cosas como el coro, el recreo, los viajes con los amigos de la escuela, las salidas. Y sabe que hay cosas que no va a recuperar, que se fueron como el 2020. Pero se adaptó y por suerte ya lleva dos meses de colonia, de encuentro con amigos en la pile del barrio, de volver a salir sola en la bici, con la cara brillante de protector solar.

Él lado B de este momento, o uno de los lados b es el tema de las pantallas. Siempre fui un poco talibán con ese tema, tratando de tener el control, el límite de horas, el equilibrio entre lo conectado y lo que no. Pero se me fue de las manos. Por muchas cuestiones. Un poco es la edad, no puedo pretender que a los 11 las barbies le parezcan el atractivo con el que pasaba horas a los 5 o 6. Otro poco es esta pandemia del orto en la que tuvimos meses que todo (salvo el contacto entre nosotros 3) fue mediante pantalla. Las clases, los juegos con amigos, las compras, las charlas con las abuelas. Y el ocio también.

Y de repente las vacaciones implicaron mil horas de conexión a cualquier cosa: TikTok, Roblox, Disney Channel, Netflix y yo que sé cuántas cosas más. Porque de verdad, me avergüenza decirlo, no sé. Solo sé que perdí el control. Puedo aplicar control parental en el celular que ella usa, pero es dejar un dispositivo para agarrar otro. Es discutir al menos una vez al día por ese tema. Y a veces la angustia y la sensación de fracaso me pueden.

No sé si estos son los problemas grandes. O si me dejé arrastrar por una marea de pibes conectados todo el tiempo. Aun cuando están juntos charlan al tiempo que miran sus aparatitos o inclusos se whatsapean con el de al lado. Siento que no tengo que caer en la aceptación, que tengo que tratar de retomar ese control, quizás ser un poco más flexible pero no dejarlo librado al azar. Pero no estoy segura de tener las armas para hacerlo.

Lecturas

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