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lunes, 6 de julio de 2015

Amparo cumple 6



Mi chiquita hoy cumple 6. Y yo me lleno de una profunda emoción. Me emociona su felicidad infantil contando los días para que llegue esta fecha, ese hormigueo intenso que anoche no la dejaba dormir, la expectativa por la torta, por los regalos, por la fiesta, por el día especial. ¿A qué edad perdemos eso?
Me emociona pensar en esa noche previa a su llegada, en esa mañana en la que nos vimos la cara por primera vez y en cada uno de esos momentos especiales que siguieron y que voy rememorando a medida que pasa el día: avisarle a los abuelos, recibir algunas visitas, mirarla y mirarnos y pensar “¿de dónde salió esta criatura?”, “¿es nuestra?”. En 6 años que llevo maternando nunca me sentí conforme con las palabras que encontré para contar lo que me pasa. Toda frase hecha es poca y a cualquier expresión le falta fuerza para poder abarcar lo que un hijo implica.
Cuando estaba embarazada, mi hermana me dijo que tener un hijo era maravilloso, pero que me preparara porque vida tal como yo la conocía no iba a existir más. Y yo lo pensé, pero sólo en parte. Pensé en que me iba a faltar tiempo, que iba a querer hacer cosas que no iba a poder hacer, que iba a dormir menos. Lo que no podía imaginarme es que a partir de ese 6 de julio iba a ver todo lo que me rodea con otra mirada, desde otro lado completamente distinto. La vara con que mido desde entonces es una totalmente diferente. Es otra unidad de medida, que hasta ese entonces ni conocía. Las prioridades son otras, los intereses son cambiaron.
Muchas cosas quedaron en el camino. Porque no se pueden o porque ya no me interesan. Otras se hacen igual, tal vez con menos frecuencia o de otras maneras. Sin embargo, ¡cuántas cosas me trajo Amparo! Me recordó como se ve el mundo desde los ojos de un niño, y eso va cambiando pero siempre me devuelve a ese tiempo en que uno todavía no se cree todo lo que se cree ahora y conserva el asombro, la imaginación, la mirada inocente. Me enseñó como es aprender, cuando yo creía sabérmelas casi todas: aprender a hablar, aprender a caminar, aprender todo sobre el mundo. Ella va aprendiendo. Y yo aprendí tanto más!
Amparo es mi gran aliada, cómplice y compañera. Ya vendrán los tiempos en que quiera diferenciarse de mí y piense que soy una naba a cuerdas, pero por ahora estoy bien en el ranking y aprovecho mucho este momento para poder compartir con ella cosas de chicos y de grandes. Adoro su compañía.
Amparo nos recibió de familia y nos empujó a redefinirnos como pareja. En este grupo de tres que somos, también tuvimos que aprender y reaprender la relación de a pares.

Hoy
Hoy la veo enorme y admiro a la persona en la que se convierte día a día mi hija. Soy una mamá de esas que no te gustaría tener en el grupo de mamás del colegio porque para mí ella es perfecta. Puedo hablar hasta dormirte de las virtudes de mi nena. Y si me permiten la falta de modestia, siento que como madre no lo estoy haciendo tan mal.
Muchas veces la gente con hijos más grandes me advierte diciendo ya va a llegar el momento en que no te va a dejar hacer esto o no va a hacer lo otro. Puede ser, quién sabe. Yo pienso en cómo es hoy, todo lo que estos 6 años me permiten.
Aquella mañana del 6 de julio del 2009 aprendí que en esto de ser madre todo lo que uno se imagine a futuro es poco e imperfecto con lo cual trato de pensar siempre en qué nos posibilita cada momento. Hoy disfruta de merendar en bares, de cocinar, de leer y que le leamos. Disfruta de la música, de cantar conmigo. Le divierten los juegos de palabras y los juegos de mesa. Hoy gusta de nuestra compañía, de participar en lo que hacemos, sea ayudarlo al papá cuando trabaja en casa o cuando enciende el fuego en la parrilla como a hacer jardinería conmigo o mirar videos los 3 en el sillón. Sin dudas esto va a ir cambiando, qué más da. El tiempo es hoy.
¡Feliz vida reina de mi corazón!


jueves, 4 de septiembre de 2014

#HastaSiempreCerati

En pocos minutos vi tantas frases, tantos fragmentos de canciones, fotos, tapas de discos. Varias generaciones penando, sobre toda la nuestra. 
Todavía y pese a todo creemos en los milagros y en algún lugar abrigamos la esperanza de volverlo a ver en un escenario. Hoy sabemos con certeza que nos quedan sus canciones, su enorme talento y las marcas que su música dejaron en nuestros recuerdos: para mí será nuestro primer recital juntos, ese River lleno en noviembre del 2007 al que dudamos tanto en ir y que disfrutamos tanto. Aparecieron caras de amigos, momentos en casa (porque a él le gusta muchísimo) y me vino un peso profundo en el pecho, unas ganas grandes de llorar y contenidas por toda la impotencia de oficina. 
Ahí fui entonces a  Spotify, a buscar el remanso de su música, que se quedará por siempre con nosotros y seguramente será la banda de sonido de muchos más días de vida.  En ese sonido siempre será hoy. Con esas letras pondremos palabras a nuestros sentires y corearemos algún momento.

Ojalá todos tuviéramos tal talento para pasar por el mundo y dejarlo más lindo que cuando lo encontramos. Será hasta siempre, ya sos parte de todos.

martes, 2 de septiembre de 2014

León



www.elcastigodeadanyeva.blogspot.com

Era fines de noviembre del 2008 y estábamos en la oficina que luego siempre sería la de “calle Moreno”. Ella vino un día y me dijo que me notaba más pechugona. Fue así como se enteró anticipadamente de que Amparo estaba en camino.
La oficina tenía dos compartimientos de durlok que daban al oeste. Yo estaba a cargo de la comunicación institucional en el que daba para el norte, y ella en el sur se ocupaba de los temas contables. Compartió el día a día de mi embarazo, sintiendo patadas y hablándole a quien entonces llamábamos Rodolfo, y solo en febrero supimos que era Amparo.
Por aquellos años mechábamos trabajo con confidencias, recomendaciones de música y médicos, almuerzos en el tupper y de a poco nos hicimos amigas. Cuando volví de mi licencia ella tenía una foto de mi hija bostezando como fondo de pantalla.
Esa persona increíble que el trabajo me dio la dicha de conocer de a poco fue armando un plan con el que dejó atrás una carrera que nunca terminó de elegir y cambió de país. Se fue a España durante dos años y luego al sur de Francia. El año pasado vino de visitas y volvimos a las charlas, a recordar lo lindo que es tener su compañía.
Regresó a Europa para darle una oportunidad al amor: un amor joven, guapo y francés a quien había conocido en Machu Pichu, cuando todavía estábamos en la oficina de calle Moreno. Una historia de película. Una apuesta fuerte.
Unos meses después, yo estaba en la oficina en la que trabajo ahora, con compañías que muchas veces me hacen añorar aquellas otras, y las líneas de Whatsapp se me amontonaban más rápido que lo que me daba la lectura y la emoción. Allí supe que de su embarazo casi al mismo tiempo que ella.
Durante todos estos meses de mi invierno rosarino y su verano en el norte de Francia, compartí a la distancia su embarazo, teclado mediante. A mi modo quise agradecerle con 5 años de delay toda aquella compañía, ese día a día. Las tecnologías te hacen sentir tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.
El sábado a la mañana lloré de emoción sentada en la cama al ver las fotos de León recién nacido, tan parecido a ella, tan guapo. Al mismo tiempo me atravesó la impotencia que sentí por no poder alzarlo, olerlo, sentirlo. Pero más todavía por no poder abrazarla a ella y decirle que se merece nada más que lo mejor.

viernes, 19 de abril de 2013

Luche y vuelve


Teníamos un Peugeot 504 amarillo, con tapizados de pana color bordeaux. Como era a nafta y en casa había un 404 un poco destartalado gasolero, el 504 se usaba poco, era un “artículo de lujo” como decía mi vieja.
Los sábados a la noche mi papá nos llevaba a dar vueltas por la avenida después de cenar. Escuchábamos música en un pasacassette. En la discografía había: uno azul de los Wawancó, un par de cassettes de chistes de Landrisina, uno o dos de los Parchis, el de "Argentina es nuestro hogar" y el de Pimpinella que tenía “Pega la vuelta”. Ah y el de la Pantera rosa.
Si nos portábamos bien, nos bajaba en un quiosco de la YPF (uno de los pocos que había abierto a esa hora) y nos comprábamos un alfajor Suchard. 
De todo eso pasaron casi 30 años. La mayoría de los casettes se fueron en la guantera cuando se vendió el 504 y donde estaba el quiosco ahora hay un AM PM. No sé qué fue de la vida del quiosquero que ya conocía nuestros gustos.
Pero ayer sentí una alegría enorme cuando vi que finalmente y, a pedido del público, volvió el alfajor Suchard.


Está tan rico como antes. Intacto en su sabor, tanto como mi nostalgia. 

Lecturas

Florencia Ferramondo's books

Mil soles espléndidos
it was amazing
adoré este libro. Me la pasé hablando de él. Tal es así que se lo hice leer a varias personas. Es el primer libro que leo del autor y también de una historia situada en Afganistán. Triste, conmovedor, durísimo pero hermoso. Trenzando his...

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