lunes, 9 de septiembre de 2013
Rodolfo y Susana
viernes, 23 de agosto de 2013
La maldición del chino de enfrente
viernes, 16 de agosto de 2013
Llegar a casa
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http://images.craftyindividuals.co.uk/
Pasamos años y años hablando del tema. Tardes de domingo,
días en la playa. La pregunta era siempre la misma, cómo hacer para tener
nuestra casa. Al principio vivimos de prestado en los 30 metros de mi
departamento de estudiante. Hasta que el Evatest dio positivo y nos recibimos
de inquilinos. En el mientras tanto probamos varias alternativas que no
resultaron, desde inscribirnos en un Plan de viviendas cooperativo hasta
tramitar un crédito de compra. Nada nos llevaba a donde queríamos y nos parecía
una meta inalcanzable.
Un día abrí un sobre que había llegado para una antigua
inquilina de la casa en la que vivíamos pensando que era una revista. Era un
folleto de un loteo y por joder le dije a él: te tengo la posta. Me acuerdo con
precisión de ese día. Era un sábado soleado de invierno, el primer torneo del Fútbol
para todos, los primeros meses con la nena, lo cual había aumentado nuestra
preocupación por no tener casa propia. Desde ahí una cosa trajo la otra: al día
siguiente fuimos a ver el lugar, contamos hasta la última moneda, compramos una
promesa, vimos como en ese campo se bosquejaba un barrio, se trazaban las
calles, se plantaban los árboles. Nosotros contratamos un arquitecto, hicimos
los planos y pasamos de la idea de una inversión a nuestra futura casa. LO que
en su momento fue el terreno, en mayodel año pasado empezó a llamarse la obra
y hace unas semanas que nos animamos a decirle casa.
Entre el folleto y el día de hoy pasaron 4 años. Nos parece
mentira cuando miramos lo que hicimos y no podemos creer que sea palpable y no
sea el Autocad del arquitecto. Pasamos nervios, peleas, negociaciones con
proveedores, ansiedades. Adquirimos saberes sobre aberturas, caños, pisos,
pinturas, luminarias. Nos transformamos en patrones a la fuerza. Nos endeudamos
como nunca en nuestra vida lo hicimos y a esta altura ya dejamos de
preocuparnos porque sabemos que va a durar años.
Pero nosotros, que pensamos que estábamos condenados
generacionalmente a ser inquilinos for ever and ever pese a laburar todo el
puto día, finalmente estamos a 10 días de llegar a casa. A nuestra casa. A la
casa en la que podré sacar las plantas de las macetas y dejarlas echar raíces
con calma. A la casa en la que podremos clavar los cuadros. Al cambio de
domicilio definitivo. Allí sueño con mi huerta y la compostera. Allí este día
del niño estrenaremos el “tolobán” que ella siempre quiso.
Para llegar a esto, que claramente era nuestro objetivo
desde hace muchos años, la idea fija, tuvimos que sacrificar otras cosas y
adaptarnos a la circunstancias. La principal concesión fue la lejanía. Nos
vamos a nuestra casa, con patio verde, pero queda a 30 minutos de nuestros
trabajos, allá donde el diablo perdió el poncho y donde no llega el colectivo. Eso
será todo un cambio para los tres. Y esa es la parte que me asusta, más que las
deudas. De aquí en más nuestra organización familiar será otra. Y supongo que
nos adaptaremos a eso, a vivir sin vecinos y sin Internet.
Mis sentimientos son cruzados: tengo una enorme satisfacción
porque hayamos podido alcanzar juntos este objetivo. Una convicción de que sí,
se puede, que deseo transmitir a todas aquellas personas que persiguen este
sueño. Si nosotros pudimos, van a poder. También tengo miedo a este gran cambio
y ansiedad por saber cómo será todo. Pero bueno, lo cierto es que en pocos días comienza otra historia para nosotros.
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jueves, 8 de agosto de 2013
#fuerza Rosario
Desde ese martes a las 09.40 esta ciudad que me adopta vive en vilo. Mucha gente se mueve sigilosa con lágrimas en los ojos. El impacto es grande, se siente en el cuerpo y en el alma. No hemos salido todavía de ese sacudón. Ese estallido nos tiene aún temblando.
Mi obsesión está ahora en saber noticias de las 11 personas que aún permanecen desaparecidas, presumiblemente bajo la montaña de escombros que dejó la torre al derrumbarse. No puedo mucho más que chequear las noticias a cada rato, actualizar el Twitter, prender la radio apenas subo al auto. Las caras de esos familiares sentados al cordón de la vereda te atraviesan el alma. El empeño de los encargados del rescate que trabajan con precaución pero sin descanso. Miles de voluntarios, funcionarios funcionando y la gente atenta, expectante.
Pienso en los milagros, me vienen las historias de los sobrevivientes del Tsunami, de los mineros de chile y trato de tener fe.
#fuerzarosario, fuerza para toda la gente que la tragedia los tocó de cerca, les destruyó lo más querido.
viernes, 26 de julio de 2013
Deshijada
sábado, 6 de julio de 2013
Soy yo, la mamá de Amparo
31 de diciembre de 2007, casamiento en Aluminé. Me pongo al cuidado del sobrino de él y lo tengo upa casi toda la noche. Nico tenía 7 meses y yo no quería largarlo. Comienza el 2008 y decidimos que ya era hora, en septiembre de ese año empezábamos a buscar. Hasta entonces nos sentíamos muy novios, sentíamos que todavía nos faltaba. Pero llegó ese preciso momento en el que algo te llama. Teníamos ganas de ser tres.
Luego lo que ya se sabe, dejé las pastillas y dos meses después nos abrazamos en el baño con el Evatest en la mano. Tuve un embarazo perfecto y me encantaba mirarme la panza. Fue la única vez en mi vida que me saqué una foto desnuda.
Rompí bolsa un domingo a la tarde, mientras hablaba por teléfono con una amiga, sentada en el piso de mi habitación. Amparo nació pasadas las 6 de la mañana del día siguiente, tras 12 horas de internación en la que hubo goteo, epidural, tres horas de pujo, doble vuela de cordón, un obstetra paciente y un padre que acompaño todo el trabajo (era el pico de la gripe A, así que había poca gente disponible).
No filmamos el parto pero tenemos una foto de cuando me la dieron. Yo estoy con las gambas abiertas porque allá abajo el obstetra todavía trabajaba. Poco parece importarme porque nos estamos mirando ella y yo a los ojos. Ella hace puchero y yo casi que también. Es uno de esos momentos que paralizan el mundo. Ese fue el antes y después de todo.
Tres meses después yo volví al trabajo y ella empezó el maternal. Cuando la fui a buscar la primera vez y me atendieron por el portero pronuncié la frase mágica por primera vez. Soy Flor, la mamá de Amparo. Me encantó escucharme y en ese momento fue tan raro. Desde entonces, soy la mamá de Amparo más que cualquier otra cosa de todas las que uno es. Hace cuatro años que vivo usando frases hechas para explicar cómo me atravesó la maternidad y a su vez siento que nada alcanza. Solo sé que soy una persona totalmente distinta desde entonces. Casi todo lo que hago, siento o pienso, está atravesado por el hecho de ser la mamá de Amparo. Y eso es fuertísimo.
Nunca hubiera pensado que me iba a gustar tanto ser mamá. Nunca pensé que esa mirada cambiaría tanto mi mirada sobre todo lo demás.
Hoy es su cumple. Espero que sea tan feliz como nos hace ella a nosotros.
lunes, 1 de julio de 2013
Algunos tejiditos....
Este invierno anduve poco tejedora. Generalmente tengo poco tiempo para tejer, que generalmente es los fines de semana y por ahora los fines de semana son dedicados a cosas en la obra. Ni hablar la que me espera cuando me mude....
Así qué tejí pocas cositas, de esas que se terminan en el día, o en la semana.
1. Algunos hijos menores de "dedos" fueron a parar a latas de atún varias. Seguramente arme una serie (o no). Por ahora este hermoso ejemplar descansa sobre el bafle. Esto me acerca un paso más hacia el divorcio.
2. Gorro para la peque. Lo empece siguiendo un patrón de una revista. Salió tan chiquito que quedo para el muñeco. La segunda versión, con punto inventado, salió de excelente. Justo a la medida de la tremenda capocha de mi hija.
3. Bufanda. El primer regalo que él me hizo (no parezco CFK diciendo "él"?) fue una bufanda a crochet muy bella.
Tejí una hilera larga de cadenas, del largo deseado de la bufanda, y en la segunda vuelta fui tejiendo una vareta más una cadena. Luego en la otra hilera donde estaba la cadena tejí la vareta y viceversa. De esta manera me quedó un tejido calado y por allí luego pasé la lana color violeta. Lamento no haber dejado los flecos más largos....
Lecturas
Florencia Ferramondo's books





