Un día como hoy, hace 12 años presioné el gran RESET de mi vida, sin dudas el más intenso y profundamente elegido. Con esa primera mirada cambié la forma de ver todo, incluso a mí misma, a nosotros mismos. Cambiaron los proyectos, algunos deseos. Se reordenaron, sin dudas, todas las prioridades.
Cada 6 de julio me invade una necesidad de pensar en mi “yo-mamá” y en cómo te acompañamos hasta acá y desde acá tu paso por la vida. Llegamos a otro cumpleaños en un mundo raro y difícil, y eso me lleva a comprobar una vez más tu capacidad de adaptarte, de quejarte y protestar, claro que sí, como todos, pero de cualquier manera acomodándote siempre a lo que tenés por delante. Siempre fuiste una genia para eso.
Odio esa frase que dice hijos chicos problemas chicos, hijos grandes problemas grandes porque nunca quise ver la maternidad/paternindad como un problema sino como un enorme privilegio de ser familia cada día. Donde no siempre las cosas son de película y la mayor parte de los días nos enfrentamos a cuestiones mucho más ordinarias cómo qué merendar o cuántas horas son las debidas para mirar TikTok.
Y ese día a día quisiera que no me pase por encima, que tengamos la capacidad de ver desde la mirada del hacer cada día este lugar de infancia, ese nido donde crecés y te preparás para todo lo que queda por andar. Y en eso estamos, aprendiendo juntos los 3, y también curtiéndonos mutuamente, en estos meses donde mostramos todas las cartas. Y me encanta esta intimidad.
Ojalá este marco que te armamos para estos 12 años y para los que queden sean un buen refugio en tu memoria al que acudir, una buena plataforma desde la que despegar y un buen lugar al que volver
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