Era fines de noviembre del 2008 y estábamos en la oficina
que luego siempre sería la de “calle Moreno”. Ella vino un día y me dijo que me
notaba más pechugona. Fue así como se enteró anticipadamente de que Amparo
estaba en camino.
La oficina tenía dos compartimientos de durlok que daban al
oeste. Yo estaba a cargo de la comunicación institucional en el que daba para
el norte, y ella en el sur se ocupaba de los temas contables. Compartió el día a
día de mi embarazo, sintiendo patadas y hablándole a quien entonces llamábamos
Rodolfo, y solo en febrero supimos que era Amparo.
Por aquellos años mechábamos trabajo con confidencias,
recomendaciones de música y médicos, almuerzos en el tupper y de a poco nos
hicimos amigas. Cuando volví de mi licencia ella tenía una foto de mi hija
bostezando como fondo de pantalla.
Esa persona increíble que el trabajo me dio la dicha de
conocer de a poco fue armando un plan con el que dejó atrás una carrera que
nunca terminó de elegir y cambió de país. Se fue a España durante dos años y
luego al sur de Francia. El año pasado vino de visitas y volvimos a las
charlas, a recordar lo lindo que es tener su compañía.
Regresó a Europa para darle una oportunidad al amor: un amor joven,
guapo y francés a quien había conocido en Machu Pichu, cuando todavía estábamos
en la oficina de calle Moreno. Una historia de película. Una apuesta fuerte.
Unos meses después, yo estaba en la oficina en la que
trabajo ahora, con compañías que muchas veces me hacen añorar aquellas otras, y
las líneas de Whatsapp se me amontonaban más rápido que lo que me daba la
lectura y la emoción. Allí supe que de su embarazo casi al mismo tiempo que
ella.
Durante todos estos meses de mi invierno rosarino y su
verano en el norte de Francia, compartí a la distancia su embarazo, teclado
mediante. A mi modo quise agradecerle con 5 años de delay toda aquella compañía, ese día a día. Las tecnologías te
hacen sentir tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.
El sábado a la mañana lloré de emoción sentada en la cama al
ver las fotos de León recién nacido, tan parecido a ella, tan guapo. Al mismo tiempo me atravesó la impotencia que sentí por no poder alzarlo, olerlo, sentirlo. Pero más todavía por no
poder abrazarla a ella y decirle que se merece nada más que lo mejor.
Ay flor, me esta corriendo un friiito por todo el cuerpo....no podes escribir estas cosas!!!! Me haces llorar!!!!
ResponderEliminarBesote grande!!!!!
amistad ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue lindoooo, me emocionaste tanto!!! Gracias tecnologías....acercan y mucho!!!! Besossss!!!
ResponderEliminarque historia por favor!! se me puso la piel de gallina.
ResponderEliminarEs increíble como estamos tan cerca estando tan lejos.
Besote
que lindo leer esto!
ResponderEliminaray estoy sensible!
gracias a todas y cada una por compartir este momento y esta emoción!
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