viernes, 20 de mayo de 2022

10 años

 


Mañana cumplo mi décimo aniversario de trabajo, acá en el santo

Pienso cómo era hace 10 años cuando entré y lo que encuentro en ese recuerdo tiene mucho que ver con este espacio. Me sentía abrumada, tratando de maternar y trabajar y sin lograr del todo que las cosas salieran como yo quería.

Una semana antes de cambiar de trabajo habíamos empezado lo que entonces llamábamos “la obra” y muchos meses después fue “casa”. Es decir, era el set up inicial de muchas cosas. Aprendiendo a llevarlas. Pero me recuerdo en esa angustia de sentir que no podía con todo (hoy persiste, pero la maternidad es más sencilla)

Entré con muchas dudas sabiendo que el puesto tenía puntos flojos, pero necesitaba trabajar menos horas (por Amparo) y ganar un mejor sueldo (por la obra). El primer año y medio mi foco estuvo más entre la obra y la maternidad. Pero me sentía un sapo de otro pozo en el trabajo. Tratando de que no me importara, pensando que la vida empezaba de la puerta para afuera.

Hoy -pandemia mediante- renuncié a esa idea de separar esos mundos. Si estás mal en el trabajo, no hay manera que eso no afecte tu estima, tu ánimo, tus nervios en tu casa (sea que llegues a una determinada hora o que directamente trabajes de ahí). Y lo mismo pasa a la inversa. Quizás el laburo tiene algo más alienante, que te lleva de las narices y mientras estás trabajando a veces te olvidás de lo que trajiste de tu casa como pesar o alegría. Pero al contrario es muy difícil.

No tengo un trabajo que le vaya a cambiar la vida a nadie, y sin embargo durante el día me persigue un pensamiento rumiante que lo invade gran parte de ese todo. Salvo los fines de semana que logro desconectarme o en vacaciones. Y eso es algo que me gustaría cambiar.

No creo que el mundo laboral vaya a cambiar, y tal como parece hay a varias afirmaciones que ya se le cayeron las máscaras: de esta no salimos mejores y no, el home office no llegó para quedarse. Entonces cómo hacer para tener una actitud más zen y no tan preocupada por cosas que en lo general, no merecen la pena de andar por la casa arrastrando esa preocupación. Ese es mi desafío para los 10 años que siguen.

Feliz aniversario para mí. Agradecida de tener un buen trabajo, de tener una profesión que sigo eligiendo, de tener ganas de seguir aprendiendo, de haber podido crecer y transformarme más de una vez en esta década.

Agradecida también de trabajar con buena gente, de haber hecho buenos amigos, de divertirme (sí, también puteo y me enojo con frecuencia, pero también nos reímos, charlamos al pedo, nos ayudamos, nos abrazamos en los malos momentos).

Creo que hoy estoy en la mitad de mi carrera laboral. Y me deseo unos últimos años más desacelerados. Veremos qué sale.

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