martes, 9 de abril de 2013

El tiempo manso del dolce far niente

Cada lugar de vacaciones te propone un escenario, te propone un guión para que pases así unos días jugando a ser otra cosa que lo que sos el resto del año. Allí los deportistas extremos de ocasión, por allá, los imitadores del  lobo marinos tirados de panza en la playa y más allá los descubridores de faunas atípicas, jugando a ser parte de la última expedición de National Geographic.


Nosotros elegimos un pueblo chico, que escribe su guión y habla de antepasados alemanes, de pioneros derribando pinos y haciendo casas de techito de tejas a dos aguas. Se autodefinen como pueblo peatonal, ofrecen cocina húngara y venden duendes y llamadores de ángeles. 
Ahí, en ese y en cualquier escenario, cada cual escribe a su manera su propia historia, sus propias vacaciones. Lo importante - para nosotros - es que eso que elegimos como escenario, y esa película que vamos a desarrollar esos días, nos compense por lo que nos faltó o nos hizo falta el resto del año. 
Y así fue, de sobra en calidad. Faltaron algunos días: no me vengan con chorizos.... 4 días no son vacaciones, pero bueno, estamos en plena obra, es lo que se pudo. Pero sobró tiempo para hacer lo que más nos gusta, lo que más necesitábamos. Sobre todo reencontrarnos ahí, siendo otros, sin apuros, sin horarios. Sin ansiedades. Dejándonos fluir. 

El escenario ayudó, sin dudas. Dejar el auto estacionado todo el tiempo, caminar sin apuros y sin preocuparte por cruzar la calle con la nena. No importaba por dónde íbamos en ese pueblo que es toda vereda. Y elegimos casa cerca del río para el ritual del dolce far niente con mates, reposeras, baldes y libros. Y con parrillero y mesita abajo del árbol donde disfrutamos tranquilos almuerzos. Fueron pocos días pero hubo tiempo para mucho: para ver dos pelis (dos pelis en una semana!!! un hit) para campeonatos de veo - veo, para jugar a la peluquería con nosotros y con las barbies, para salir a juntar semillas y flores silvestres, para inventar exploraciones, para abrazarse en silencio y sentir el peso del cuerpo en y con el otro. Un tiempo manso. Una especie de revancha. La certeza de saber que no somos personas horribles, sólo que a veces algún martes nos pasa por encima. 
Nota de la redacción: tal como me lo había propuesto empecé a probar con la cámara réflex. El tema del diafragma y la velocidad lo tengo casi controlado. Las fotos de la entrada son las que saqué con el móvil porque las otras las tengo en otra cámara y si esperaba a juntar fotos, conexión a Internet y tiempo disponible la entrada la escribía para el 2020. 

2 comentarios:

  1. Como lo controlas al diafragma y la velocidad?? HELP!!!!! jajajaaja
    por otra parte que lindo esos dias, esos lugares para caminar con palito y mate por ahi!

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  2. Me encantó! :) y no, 4 días no son vacaciones!

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Cada nuevo comentario que llega me motiva a seguir con este espacio. Gracias por pasar!

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